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THE PRETTY RECKLESS en Vorterix: Huele a espíritu adolescente

En el marco de la gira presentación de Who You Selling For, su tercer LP, la agrupación neoyorquina se presentó en Buenos Aires por segunda vez.

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En el marco de la gira presentación de Who You Selling For, su tercer LP, la agrupación neoyorquina se presentó en Buenos Aires por segunda vez.

Taylor Momsen se tambalea como un zombie. Con la mirada clavada en el suelo deja descansar su cuerpo sobre la base del micrófono mientras tiembla como una hoja. A pocos metros un mar de cabezas sudadas recibe extraños nadando sobre sus costas, como sirenas que entran y salen, clamando por agua y música. La primera de ellas una chica con medias de red. Momsen sigue en trance. Su pelo oculta sus ojos mientras una chaqueta de cuero envuelve sus hombros. Detrás, Ben Phillips –guitarra-, Mark Damon –Bajo- y Jamie Perkins –Batería- completan el grupo. Una sucesión de gemidos y caricias pornográficas se convierten en Follow Me Down y la euforia abraza a Vorterix. Momsen invita a sus criaturas a pasear por el río y los árboles en un reencuentro que rápidamente se convierte en la segunda canción de la noche, Since You’re Gone.

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Fotos: Christian Pettinicchio

En Oh My God, el segundo single de su último trabajo discográfico, Momsen canta con un registro que recuerda Smell Like Teen Spirit de Nirvana y dice que desearía ser negra para poder sentir el alma y la música, pero que es blanca y brilla como el sol. La aparición de Kurt Cobain no es casualidad. De hecho se respira en el ambiente e incluso algunas remeras entre los desconocidos lo conmemoran. Otro track de Who You Selling For continua la noche, The Walls Are Closing/Hangman, para luego dar paso a una seguidilla de temas correspondientes al primer álbum de la banda como My Medicine, una versión acústica de Just Tonight y You Make Me Wanna Die, quizá una de las metáforas más acertadas sobre los prejuicios del amor.
Prisoner, Sweet Things y Living The Storm allanan el camino hacia la mitad del show mientras Momsen recorre el escenario como un león enjaulado y juega con el cable del micrófono como si fuera un látigo. El bajo de Damon ronronea los primeros acordes de Heaven Knows y ella busca complicidad y muchas voces que se vuelvan una. Dice “acompáñenme, sean parte”. Y el teatro se confabula para que suceda. Su rostro se ilumina como el de una niña. Esa misma niña que creció escuchando discos de David Bowie y que sueña con algún día salir de gira con Soundgarden.
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El aire se baña en una luz roja para el tramo final. La guitarra de Phillips ruje hasta mezclarse con Going To Hell. Momsen sujeta una pandereta mientras dice que es un placer y un privilegio estar en Buenos Aires. Y que somos hermosos. Take Me Down no se hace esperar, seguido de un solo de batería que hace latir la R en el bombo como un corazón delator. El encore trae consigo una última canción: Fucked Up World. Los Reckless se despiden y prometen volver, por la música, por ese hibrido con remeras de otras bandas que corean sus estribillos. Por las mujeres que se animan a cantar como Kurt Cobain. Por el rock.
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