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Paul McCartney en Buenos Aires: bienvenidos a la fiesta

Luego de una espera de casi tres años desde la última presentación en Buenos Aires, en su cuarta visita al país y con entradas agotadas, Paul McCartney hizo vibrar a 60.000 personas el sábado 23 de marzo en el Campo Argentino de Polo

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Pareciera como si hasta el clima hubiera estado al tanto del acontecimiento que tendría lugar ese día del tercer mes del año. Con una agradable temperatura otoñal y un cielo despejadísimo, la jornada no pudo ser más perfecta para recibir nuevamente a Sir Paul en la Capital Federal.
Quienes dieron apertura al evento, a partir de las 19 hs, fueron Victoria Bernardi, joven talento nacional surgido de un reality show en 2015, y el DJ estadounidense Chris Holmes, artista que telonea a Paul desde hace diez años y calienta motores con remixes de sus más grandes éxitos.
Cumpliendo a rajatabla con la puntualidad inglesa, a las 21, horario pactado para el comienzo del concierto, empezó a proyectarse en las pantallas ubicadas a los costados del escenario la imagen de un edificio. En una de sus ventanas, se asomó la fotografía de un Paul de seis años para luego seguir con retratos de distintas etapas de su vida al compás de canciones como You won’t see me y Oh! Darling. En algunas de ellas, por supuesto, estaba junto a sus épicos compañeros de Liverpool. Los colores vibrantes y alegres en los led walls fueron una constante desde este momento inicial hasta el fin del espectáculo.
Pasados diez minutos, se escucharon los acordes de A hard day ́s night y, en medio de la euforia colectiva, McCartney apareció en escena con una energía que, a sus 76 años, permanece intacta. En el segundo tema pegó un salto a Wings de la mano de Junior ́s Farm, para luego volver rápidamente a los primeros tiempos beatleros con All my loving. Haciendo uso de un español claro que él mismo contó que aprendió en la escuela recitando un simpático verso sobre unos conejitos que le enseñaron a los 11 años, prometió que sería una noche de fiesta para los porteños. “Son grosos, son copados”, afirmó hacia un público compuesto por gente de todas las edades. Con una gira que en su nombre vaticina el cometido del show, el legendario Beatle- conociendo cuál es su poder de convocatoria- no quiere dejar a ninguna franja etaria disconforme y por eso el objetivo del Freshen Up Tour es contundente: hará un recorrido por temas viejos, nuevos e intermedios, según anticipó él mismo a poco de iniciado el recital.
Y así fue cómo arrancó una velada de tres horas cargada de todo tipo de sensaciones y en las cuales Macca desplegó su inmenso virtuosismo musical ejecutando, además de su mítico bajo, la guitarra, el piano, la mandolina y hasta el ukelele. Este último brilló en una encantadora versión de Something en tributo a su amigo George, tal como él lo definió. Tampoco faltó en el repertorio Here today a modo de homenaje para “su hermano John”. La romántica balada My Valentine fue dedicada a su esposa Nancy, presente en el predio: “This is for you, Nan”, enunció buscándola a la distancia con la mirada.
Si bien Who cares, Come on to me y Fuh you, sencillos de Egypt Station, su último trabajo, son la prueba de que Paul siempre puede superarse, y este hecho se potenció todavía más después de la fuerza con la que sonaron en el Campo de Polo y de la recepción positiva por parte de un auditorio totalmente enamorado de su ídolo, el momento de mayor carga emocional llegó con los clásicos. El inglés se remontó a sus inicios cuando tocó la rockera In spite of all the danger de The Quarrymen, regalándoles luego a sus seguidores otras joyas beatleras como Got to get you into my life, I’ve just seen a face, Love me do, Eleanor Rigby y las más modernas Dance tonight y Queenie eye, material de su etapa solista. Las infaltables Blackbird -interpretada sobre una plataforma levadiza- y Let it be dejaron ver a un McCartney introspectivo, no amedrentado por el peso de tamañas canciones sino muy relajado, como si las estuviera ejecutando en un recinto íntimo y no ante una marea humana interminable. Y es que menos no se puede esperar de Sir Paul, quien lleva en su ADN más de cincuenta años transitados sobre los escenarios.

Con la alegre Ob-La-Di, Ob-La-Da, el artista invitó a los espectadores a acompañarlo en el canto, actitud que mantuvieron también cuando llegó el turno de Band on the run. Al sonar las primeras notas de Back in the U.S.S.R., se animaron a un pogo moderado pero el agite aumentó considerablemente con la infalible Live and let die. Las explosiones en el escenario, las luces y los fuegos artificiales fueron un estímulo excelente para dejar a la audiencia con aún más ganas de hits. Y esta demanda fue satisfecha con la maravillosa Hey Jude y el coro masivo que despierta de forma automática y que permitió a Paul seguir jugando con sus fanáticos: ¡Ahora los hombres!”, “¡Ahora las mujeres!”, “¡Ahora todos juntos!” Una vez finalizado este himno, McCartney y sus músicos se retiraron de la escena.
A pesar de que todo indicaba que ese había sido el broche de oro perfecto para cerrar una noche mágica, tanto la banda como el público tenían otros planes: ambos querían más. A los pocos minutos, el grupo regresó a las tablas. De los seis temas adicionales que tocaron, el que se llevó toda la ovación fue Helter skelter. Al comenzar a entonar sus estrofas, Paul volvió a tener 25 años, los que portaba al componer tremendo temazo. O mejor dicho, fue el momento del concierto en el que dejó entrever más a flor de piel la edad de su alma que, a fin de cuentas, es la única que vale. Luego de sonar The end, envuelto en un ruidoso y sentido aplauso general, la súper estrella se despidió con un “¡Hasta la próxima!” dejando muy en claro que lo único que finalizaba era el recital. Y de eso no nos quedan dudas. Te tomamos la palabra, querido Paul.

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