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El misterioso artista británico que inspiró al rock

¿Qué tienen en común Graham Coxon, Kurt Cobain, Jack White, Beck, PJ Harvey, Kylie Minogue y REM? La admiración por el artista inglés de culto Billy Childish.

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En el año 2002, los White Stripes fueron invitados al programa norteamericano Top of the Pops. La banda propuso invitar a un oscuro artista inglés para que pintase en vivo sobre el escenario mientras ellos tocaban su reciente hit “Fell In Love With A Girl”. Los productores del programa se rehusaron y Jack White apareció frente a las cámaras con un nombre escrito en su antebrazo: “B CHILDISH”. El pequeño escándalo no le llamó a la atención a Billy Childish, un polifacético autor anglosajón, que se mostró poco interesado en el dúo de garage rock de Detroit.
Años más tarde, Childish los criticaría abiertamente, refiriéndose a Jack White como un fiasco que intentaba ser un “pop star” en vez de preocuparse por hacer música. Los White Stripes respondieron a través de su sitio web, acusando a Childish de plagiarlos. Billy Childish respondió con una carta abierta, acusándolo a Jack White de estar “celoso” y resentido por la falta de reciprocidad de Childish frente a su admiración por él.
Este incidente fue el último en una larga serie de roces entre Childish y el mundo del espectáculo. A lo largo de su carrera, que comenzó a principios de los años ochenta, diversas estrellas pop-rock han expresado su admiración por Billy y él se ha encargado de ignorarlos (y de vez en cuando, ofenderlos) a todos: Kurt Cobain, Kylie Minogue, los miembros de Fugazi y REM, Beck, Polly Harvey, entre otros, han señalado al artista de Chatham por su influyente obra. El único que fue medianamente exitoso en conseguir su atención fue Graham Coxon: publicó dos LPs de The Buff Meadways (una de las muchas bandas que formó Childish) a través de su sello discográfico Transcopic, logró tocar en vivo con la banda para un registro de la canción “Dawn Said” en el disco en vivo “The Xfm Sessions” (2003). Según cuenta Childish, Graham Coxon le pidió perdón al artista por “estar en una banda comercial.
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En los últimos 40 años, Billy Childish ha lanzado más de 100 longplays, participando en 15 bandas diferentes, así como ha escrito numerosas e inconseguibles fanzines de circulación underground, varias decenas de libros de poesía y siete novelas. Su trabajo es mayoritariamente autobiográfico, destacando su difícil relación con su padre (que fue preso por narcotráfico) y el abuso sexual que sufrió en su infancia por parte de un amigo de su familia. Childish también ha traducido libros del controvertido escritor francés Louis-Ferdinand Céline al inglés y es propietario de Hangman Books y Hangman Records, a través de los cuales publica sus obras y también edita a numerosos escritores y músicos locales de Chatham, la ciudad de Kent (Inglaterra) donde ha pasado toda su vida.
Childish no terminó el colegio secundario y es disléxico, un rasgo de su personalidad que deja notar en sus escritos, plagados de incorrecciones ortográficas y gramaticales. Trabajó un tiempo como albañil y, según cuenta la leyenda, un día decidió golpearse la mano contra un martillo al grito de “¡Nunca volveré a trabajar!”. Desde entonces, Childish se dedicó a cultivar su carrera como artista, implicándose en todos los rubros posibles. Ingresó a la Saint Martin’s School of Art pero fue expulsado por mal comportamiento (según él, fue expulsado por ser un inglés vulgar sin educación de elite).  Sus primeros roces con el mainstream fueron a través de su prolongada relación con la artista Tracey Emin, con quien mantuvo una serie de diferencias artísticas que lo llevaron a fundar el movimiento “stuckista” (Stuckism) del cual formaría parte por un par de años para luego alejarse por diferencias filosóficas con el resto de sus miembros. El lema que Childish concibió para los stuckistas era: “Los artistas que no pintan no son artistas”. El objetivo: abandonar el arte conceptual de los Young British Artists e iniciar una etapa de “remodernismo” que insertase valores espirituales perdidos en el arte. La filosofía artística de Childish puede resumirse en un individualismo voluntarista propio del liberalismo del Siglo XIX, con un fuerte optimismo (exagerado para sus pares) a la hora de pensar las capacidades creativas y emancipadoras del individuo humano.
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Esta postura anti-posmoderna, sumada a cierta misoginia en sus escritos y canciones y la actitud “anti-comercial” han convertido a Billy Childish en una figura incomoda que al mismo tiempo despierta una persistente fascinación en jóvenes artistas anglosajones. Su primer novela autobiográfica (My Fault, 1996) es su obra más sencilla de conseguir, aunque no ha sido traducida al español (únicamente se ha editado una versión de “Cuadernos de una juventud al desnudo”, su segunda novela). En ella, Childish relata crudamente su difícil infancia, con una escritura de rasgos beat e influencias de Céline y Dostoievsky.
Childish es un hombre perdido en el tiempo. No es un hipster ni un ludista, pero tampoco está particularmente interesado en abrazar al siglo XXI. Su obra y figura son una invitación abierta al descubrimiento. La dificultad de encontrarlo, a pesar de que buena parte de su discografía está disponible en Spotify, es tan solo el rasgo que lo hace más interesante de investigar.
Billy lleva años, según se dice, escuchando únicamente música de meditación. Se enamoró del punk-rock a través de los Sex Pistols, The Clash y The Jam. Fue seducido por el blues y el rockabilly, y con el tiempo se ha alejado de los escenarios porque le molesta la “creciente separación entre el público y los artistas” así como los sistemas de sonido contemporáneos.
Billy Childish es un artista profundamente inglés, aunque quizás esté fuera de lugar en la Inglaterra de este milenio. Los rockstars que lo admiran, y la gigantesca máquina mediática montada en torno a ellos, parecen preocupados y obsesionados por esta situación. Él no se da por aludido.

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