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Lecturas Obligadas

Asfixiados por la Beatlemanía: la última gira por Alemania

De esta manera pusieron fin a 4 años en los que dieron más de 1.400 conciertos que cambiaron para siempre la historia del rock.

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Desde el estallido de la Beatlemanía, a mediados de 1963, los Beatles estaban siendo frenéticamente devorados por la industria cultural, que no cesaba de retroalimentarse de la histeria juvenil y la expansión de los medios de comunicación masiva. A fines de 1965, ahogados por el fastidio y la extenuación, buscaban la forma de salir de ella y virar hacia otro lado. Se cumplen 53 años de la última gira de los Fab Four por Alemania.

Más populares que Jesucristo
Las giras por Alemania, Japón y Filipinas, y luego, por Estados Unidos, consumieron a los cuatro jóvenes de Liverpool y saturaron los niveles de histeria colectiva, desnudando los aspectos más descarnados de la Beatlemanía. Acusados de profanadores del Budokan, un estadio dedicado a la práctica de las artes marciales japonesas; amedrentados por no haberse presentado a almorzar con la primera dama filipina; y defenestrados por la fatídica frase de Lennon -al parecer, sacada de contexto- en un medio estadounidense, en la que afirmaba que “los Beatles son más populares que Jesucristo”, comenzaba a cristalizarse el agotamiento de un fenómeno tan vertiginoso e intenso como efímero.
En 1962, en el Star Club de Hamburgo -un local que sirvió como plataforma para numerosos grupos- los Beatles comenzaron a foguearse. Cuatro años más tarde, los Fab Four regresaron a Alemania y durante la gira de tres días, la prensa alemana no habló de otra cosa: vigilias, empujones, manifestaciones de fanatismo de todo tipo que, en algunos casos, pusieron en peligro la seguridad de los vehículos en los que se trasladaban, madres que les acercaban a sus hijos lisiados para que los curaran, tenderos variopintos que vendían desde discos, revistas y fotos hasta porciones de sábanas en donde dormían y baldosas que pisaban.

Los signos de la extenuación eran cada vez más claros: el 24 de junio, luego de dos shows multitudinarios en Múnich, en donde tocaron media hora en la tarde y otra en la noche en la mayor carpa de circo de la ciudad (la prensa expresó preocupación por la estabilidad de su techo), los Beatles viajaron a Essen, una ciudad menor de la región del Ruhr. Si bien managers de Berlín habían estado negociando presentaciones con la banda, los músicos rechazaron tocar en lugares de la envergadura del Estadio Olímpico o la Waldbühne -un estadio ubicado en el bosque-, donde podrían haberse presentado para un público masivo. En lugar de ello, eligieron una pequeña sala.

De las cenizas de la Beatlemanía a la efervescencia psicodélica
Esta intensa gira alemana, junto con los accidentados acontecimientos relatados al comienzo en Japón, Filipinas y Estados Unidos, generaron una bisagra en los destinos asumidos por la banda. En el país norteamericano, por ejemplo, se organizaron profundas manifestaciones de repudio, hogueras para quemar discos, fotografías y publicaciones que los tuvieran como protagonistas, y se alentaron boicots contra sus conciertos. Por un lado toda esa campaña no hizo más que amplificar la fama de la banda, ya que alcanzaron ventas récord de discos y los estadios no cesaban de colmarse; y por otro, los Beatles tomaron la decisión de abandonar las presentaciones en vivo, lo cual tuvo consecuencias importantísimas a nivel estético.
En ese sentido, el repertorio que presentaron durante aquella gira de 1966 ventilaba señales, a su vez, de esa otra extenuación: impulsados por la expansión del hipismo y la contracultura, comenzaban lentamente a alejarse del molde representado en los Fab Four. A partir de entonces, la maduración de su sonido terminó de consagrarlos como íconos de la cultura popular. Esta nueva etapa de introversión favoreció un viraje hacia la producción dando lugar, de tal manera, a la experimentación como fundamento. Entre el 6 de abril y el 17 de julio de ese año, editaron su séptimo álbum, “Revolver”, que marcó el cambio de rumbo.

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