La miniserie de FX reconstruye la histórica rivalidad entre Bette Davis y Joan Crawford.
Había una vez una canción que hablaba de las noches solitarias de una estrella de cine. La desdicha de ser afortunada. La estrella decía que no había nada que le faltara pero aun así se sentía triste. El Hollywood profundo. Feud: Bette & Joan, la nueva antología de Ryan Murphy –el mastermind detrás de American Horror Story, American Crime Story y The Normal Heart-, parte de esta idea. Dos estrellas en el ocaso de sus carreras y su última chance.
En el mundo existen amistades entrañables, pero también enemistades inolvidables. El caso de Bette Davis y Joan Crawford vivió una estelaridad digna de película porque, justamente, se gestó en el corazón de Hollywood. Eran rivales pero realmente ninguna era mejor que la otra. De hecho tenían mucho en común. Para traer de vuelta a dos leyendas del cine Murphy pensó en otras dos leyendas del cine: Jessica Lange y Susan Sarandon. Siempre es interesante ver a las actrices haciendo de otras actrices porque da la impresión de que siempre hay un poco de verdad dentro de esos personajes que se camuflan dentro de otros personajes.
La miniserie de FX sale ganando en el momento que elige contar la rivalidad con un ojo más bien intimista –Lange como la menos querida- y ecléctico –una Sarandon ácida, casi eléctrica-. Y esto se debe en mayor medida al desmenuzamiento que hace Murphy del Star System norteamericano, con sus defectos y virtudes, volcando sobre los episodios tópicos que tienen que ver con la fama, los medios de comunicación y la puja de poder entre los grandes estudios cinematográficos.
Pero detrás de ¿Qué pasó con Baby Jane? (What Ever Happened To Baby Jane?, 1962), el ego y la vanidad en las escenas más memorables de Feud son aquellas donde los personajes se “dejaban ver”. Las mujeres, no las estrellas de cine. Porque sin las luces, los premios y las cámaras ellas eran como nosotros. Vulnerables. Humanas después de todo.
