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Do you remember the Brit-Pop?

“Si el punk apareció para eliminar a los hippies —dijo Damon Albarn, líder de Blur—, entonces yo estoy eliminando al grunge”.

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Mezclar  el arte transgresor y polémico de Damien Hirst, agregar un poco del estilo y la elegancia del diseñador Ozwald Boateng, y sumar, para darle el toque final,  unas cuantas dosis del partido laborista comandado por Tony Blair,  parecía ser la formula correcta para revivir el rock inglés en los 90. “Si el punk apareció para eliminar a los hippies —dijo  Damon Albarn, líder de Blur—, entonces yo estoy eliminando al grunge”.
Cuando la fiesta inglesa del Madchester y el Acid House se estaba terminando y los Inspiral Carpets, Happy Monday y Stone Roses tiraban la toalla, el Brit-pop llegó cargado de arrogancia y melodías pegadizas para cachetear al grunge de corte pesimista y oscuro comandado por NirvanaStone Temple PilotsSoundgardenAlice in Chains  y Pearl Jam.
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Tony Blair es nuestro hombre”,  decía Noel Gallagher, mientras Liam arengaba por el escenario de los brit awards con una botella de champagne en la mano. Oasis se encargó de levantar  la bandera de la working class, de componer estribillos épicos y armar hermosas baladas, baladas que hoy ya forman parte del cancionero tradicional inglés. En la otra vereda estaban los de Colchester: Blur, que venía de un primer disco con aires de madchester y lentamente mutaban al mejor pop amalgamando melodías entre Beatles, The Kinks, Small Faces y The Smiths. Sin duda que fueron las dos bandas más notorias del movimiento, pero no estaban solas, también sumaron a la fiesta Supergrass, Menswear, These animal men, Longpigs, Embrace, Rialto, Cast, The Verve, Pulp, Sleeper, Suede, Shed Seven, Stereophonics, Super Furry Animals y Kula Shaker – a la banda de Crispian Mills, Kula Shaker, muchos críticos la dejaban, y aún hoy la siguen dejando fuera del rotulo, aunque su apogeo fue en plena explosión del Brit-Pop. La banda de Londres traía aires hindúes y psicodélicos ligados a otro estilo, y eso los alejaba un poco del movimiento- y por último la banda de Justin Frischmann: Elastica.
Fue el crítico John Harris quien se atrevió  a poner fecha al verdadero nacimiento del brit-pop: 1992, año en que se producen tres acontecimientos clave: se publica «Popscene», el  simple previo al disco Modern Life is Rubbish de Blur, Suede edita su primer simple, «The Drowners», y nace la banda de Justin Frischmann, Elastica. Los críticos no paraban de hablar del Swinging London y de la  cultura Mod, de los restos de Madchester o simplemente de un puñado de  melodías pop con olor a Beatles, Kinks y Small Faces.
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Si bien es verdad que Oasis y Blur, a base de peleas mediáticas, “Espero que Alex James y Damon Albarn se contagien de SIDA y mueran- decía Noel Gallagher –“,  y sobre todo de buenas canciones, pusieron al brit-Pop en el ojo de toda la crítica musical,  bandas como Ash, The Divine Comedy, The Boo Radleys, Echobelly o The Bluetones, hicieron lo suyo por el movimiento. Solo The Verve en ese momento parecía patear otro rumbo con su primer disco “A storm in heaven”, jugando entre la psicodelia y el shoegazing, pero ya con su segundo disco “A northern soul”,  mostraban baladas como “On your own” y  “History”, donde parecía quedar más que claro que ellos también querían pertenecer a la nueva tribu.
Durante 1995 y 1996,  Blur y Oasis, graban quizá los dos discos más importantes para la época. Por su parte Blur edita “The great escape” y Oasis con “(What’s the Story) Morning Glory?” parece ya no tener techo y liderar la punta. Sin bien el simple de Blur “Country house” vendió más que “Roll with It”, el disco de los Gallagher  superó al de Damon Albarn y los suyos en ventas. Pero no solo estos dos discos nos dejaban esta avalancha inglesa. Suede, por su parte editó el mejor disco de su carrera: “Dog man star”. Y la banda del esbelto y elegante Jarvis Cocker demostraba toda su clase con el genial “Different Class”, un disco donde la pluma de un joven Cocker amalgama el supermercado, el sexo, la muerte y  los problemas existenciales.
En 1997 Blur editaba su disco homónimo, disco que le da la entrada al mercado de EEUU de forma directa, y donde la banda deja un poco los arreglos orquestales de lado para darle prioridad a un sonido más crudo y guitarrero, “Song 2” es la muestra perfecta de esa búsqueda. Oasis , por su parte, largaba Be Here Now. “Tomaba toda la cocaína que encontraba”, decía Noel Gallagher en esa época.«El álbum es uno de los que menos me gustan. Cuando estás puesto de coca piensas que todo es sumamente increíble«, contó Noel. La mitad de la prensa criticó el tercer disco de los Gallagher, pero aún así había clásicos marca registrada como Stand by me, Don’t go away y la genial All Around de World. The Verve no se quedaba atrás en el prolífico 1997,  y lo que venía prometiendo lo plasma en el gran disco que fue Urban Hymns. Bitter Sweet Simphony, es el tema que abre el disco y el que casi todo el mundo reconoce por “el vídeo que un flaco camina cuadras y cuadras llevándose puesto a todo el mundo”, ese vídeo también tenía esa arrogancia que traía el Brit-Pop impreso en la piel. La canción, además de sonar en todas las radios y darles un éxito mundial, también les dio problemas legales con los Stone por el sample que The Verve decidió tomar prestado un rato de la grabación que el 3 de Junio de 1966, The Adrew Loog Oldham Orchestra lanzó en el  LP bajo el nombre “The Rolling Stones Songbook”, donde había 10 versiones orquestales de canciones de los Rolling incluyendo The Last Time. Aunque esta canción ya venía con problemas hasta para los mismos Stone, porque muchos años atrás había sido grabada por The Staple Singers (1955). En realidad era una de esas canciones tradicionales grabada por varios artistas y sin que nadie sea dueño de sus derechos. En fin, la cuestión fue que The Verve se posicionó más que bien en todos los chart.
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El brit pop seguía dando que hablar y cosechando elogios y también algunos detractores. Ocean Colour Scene, publica el gran Marchin’ Already y Pulp preparaba quizá su obra más conceptual y oscura: This is harcore. Shed Seven, Hurricane#1 y Supergrass también aprovechan la ola y salen a las pistas. Pero como la fiesta no es eterna, el Brit-Pop parecía estar dando sus últimos chispazos terminando el 97 tan prolífico, y el fuego, de a poco, se estaba apagando. Es verdad que Stereophonics en 1999, en el estertor de la ola británica, trató de tirar leña al fuego con su potente Performance and Cocktails y, el 2001 con Just Enough Education to Perform, pero nada parecía poder hacer reaccionar al muerto.
El 2001 trae dos bandas que aparentaban tener todas las ganas de seguir con el legado: Travis y Coldplay, pero ninguna de las dos tenían la anfetamínica y arrogante postura que habían instalado Oasis, Blur y toda la crema noventosa. Tampoco tenían las canciones, aunque hay que reconocer que en el caso de Coldplay, obviamente con un estilo más edulcorado y con un público de after office, logró buenas críticas y un buen sequito. Pero ni la sombra de los laureles que Oasis y Blur se habían llevado.
Hoy el Brit-Pop es un recuerdo, para algunos bueno y para otros frívolo y pasado de nacionalismo, arrogancia y espuma. Al margen de todo análisis y critica,  lo cierto, y lo bueno, es que nos dejaron un puñado de buenos discos y canciones que aún hoy siguen sonando, y como decía Julian Barnes: “En la vida, cada final es sólo el principio de otra historia”.
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