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Contracultura Not Dead

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argentina-beatArgentina Beat – Derivas literarias de los grupos Opium y Sunda 1963-1969
Edición y selección: Federico Barea
Editorial Caja Negra
Como el punk (literalmente, arquetipo de lo desagradable), al beatnik se lo categorizó despectivamente. Por su actitud, por sus looks, por sus manifiestos (porque En El Camino de Jack Kerouac no es una novela, es un manifiesto de libertad). Y fue Kerouac el puntapié inicial del movimiento. Lo secundaron Allen GinsbergTimothy Leary y William Burroughs, entre tantos otros genios locos. Esta generación iba a tener su espejo en el Río de la Plata, no podía ser de otro modo y destacando el fastidio contra todo lo establecido como primer axioma, el beatnik local no se representaba como tal. Pero fue siempre Buenos Aires una ciudad con la impronta cultural de cualquier escenario intelectual que se precie. El arduo, sin dudas, trabajo de compilación y selección de Federico Barea para esta exquisita edición deCaja Negra, lo ubica sin pretensiones en el mismo espíritu beat: conspirar para crear.
Si decimos Miguel Grinberg, Instituto Di Tella, Filo de Puán, Mariani, Néstor Sánchez, Sergio Mulet, Diana Machiavello, decimos beatniks argentinos. Mientras en París levantaban fiebre los grupos Pánico Fluxus, aquí deliraban y hacían lo propio los locales Opium ySunda. Automarginados como el punk, clandestinos, subterráneos, los beatniks provocaban desde la prosa confesional y destructiva.
«Te puedes llegar a morir, como todos nosotros, porque morirse es una costumbre de los hombres. Nada muere y menos los poetas…amigo Mariani, a mí, no creo que me quede mucho más en el mundo de los vivos. La penitencia boliviana me pasó factura y el hígado me quedó tocado, aparte de los latigazos que le he metido toda la vida. El poeta siempre se está muriendo, ya que este mundo hostil nunca lo quiso, ni lo abrazó, ni mimó, solo algunos seres que nos entendieron lo hicieron», le escribió «El Yeti» Mulet a Mariani cuando supo de su muerte.
La década del sesenta tuvo muchos características estéticas y vanguardistas y las drogas, nuevas, tentadoras, fueron parte fundamental del crecimiento y descubrimientos de sensaciones aún sin clasificar. También por eso la necesidad de una nueva prosa, de nuevas corrientes literarias; el mundo siempre está cambiando y el poeta es el mejor testigo para relatarlo.
Argentina Beat resulta de una rigurosidad histórica y literaria muy puntual que invita a buscar a los originales, a esos delirantes que precedieron a grupos intelectuales y contraculturales que tanto aire le dan a la etiquetada seriedad cultural. 

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